¿A qué me llama Dios?

¿Qué buscas tú? ¿Qué buscamos nosotros? Quizás las respuestas se igualan... Nosotros buscamos la voluntad de Dios en nuestras vidas... Por eso estamos aquí discerniendo qué quiere Jesús de nosotros. Para llegar aquí nos hemos sentido llamados, y antes de esto, nos pusimos a escucharle. Ahora también seguimos haciéndolo. Es eso que llaman vocación.  

5 notas sobre la vocación

1 - La vocación nace del encuentro con “quien es la Palabra”. Se necesita una experiencia del Resucitado, un encuentro... ¡Si no hay  encuentro con Jesucristo, no  puede haber llamada, ni seguimiento!

  

2 - La llamada va siguiendo un proceso de descentramiento. Esto se manifiesta cuando se van dejando los intereses de uno mismo  y se van adquiriendo los intereses de Jesús... Igual que hicieron los apóstoles, cada cual tenían su trabajo, sus redes, su barca... Y no sólo eso, sino también las cosas del corazón: mis planes, mis proyectos,  mis intereses, mis tesoros…

3 - La vocación tiene además un efecto desinstalador. Muchas veces no vemos más allá de nuestros parámetros, de nuestros proyectos, nuestras ideas... Cuando uno se siente llamado tiene que aprender a desinstalarse. Al igual que hizo Abraham, que dejó su tierra. Al igual que Pedro, que dejó sus redes...

 

4 - La vocación debe producir enamoramiento, de lo contrario uno se convierte en un funcionario. Y no va por ahí la cosa... O uno va enamorándose progresivamente o fallará en lo fundamental.


5 - Por último y no menos importante, el llamado ha de ser necesariamente humilde, porque ni la llamada le pertenece, ni es suya la respuesta, ni la misión, ni el ganado que se le encomienda, ni tampoco la fuerza, ni la capacidad para llevarlo a cabo...

 

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